domingo, 9 de noviembre de 2014

HÉROES MÁS REPRESENTATIVOS

Odiseo o Ulises (Ὀδυσσεὺς en griego, Vlixes en latín) es uno de los héroes legendarios de la mitología griega que aparece como personaje de la Ilíada y es el protagonista y da nombre a   la Odisea, obras ambas atribuidas a Homero. Rey de Ítaca, una de las actuales islas Jónicas,  esposo de Penélope, padre de Telémaco que sufrieron esperándolo durante veinte años: diez de ellos los había pasado luchando en la guerra de Troya y los otros diez intentando regresar a Ítaca con una serie de problemas y obstáculos que tuvo que afrontar. Protegido por Atenea.
Perseo (Περσεύς) es un semidiós de la mitología griega, hijo de Zeus  y la mortal Dánae.  Su principal hazaña fue matar a la medusa,  que era una de las tres Gorgonas y podía convertir en piedra a los hombres sólo con la mirada.
Teseo: príncipe de Atenas. Su mayor hazaña fue matar al minotauro en el famoso laberinto de la isla de Creta. Ayudado por la hija del rey Minos, Ariadna.
Heracles: hijo de Zeus y Alcmena. Desde su nacimiento, la diosa Hera, esposa de Zeus, quiso deshacerse de él. Es el más célebre de los héroes clásicos, destaca por su gran fuerza. Su mayor hazaña, realizar las doce pruebas para el rey Euristeo, por orden de Hera, así consiguió la inmortalidad.
Aquiles: hijo de la diosa Tetis y del mortal Peleo, fue uno de los grandes héroes de la mitología griega. De todos los que lucharon en la Guerra de Troya fue el más reconocido. Su papel en la guerra fue decisivo para la victoria de los griegos. Pese a sus cualidades sobrehumanas, Aquiles era mortal. Su muerte fue anticipada y, al contrario que otras figuras como Heracles (Hércules), no le esperaba la edificación, sino una vida de desesperanza en el mundo de las sombras. La extrema fortaleza, crueldad, arrogancia y belleza de Aquiles se convirtió en el prototipo de todos aquellos que quisieran pagar por vivir una vida ilustre, peligrosa y acelerada. Este tipo de vida siempre conlleva una muerte prematura, tal y como muestran los ejemplos de Alejandro Magno, conquistador macedonio que admiraba al propio Aquiles.
Eneas: un héroe de la guerra de Troya, que tras la caída de la ciudad logró escapar, emprendiendo un viaje que lo llevaría hasta la tierra de Lacio (en la actual Italia) donde tras una serie de acontecimientos se convirtió en rey y a la vez en el progenitor del pueblo romano, pues en esa misma tierra dos de sus descendientes, Rómulo y Remo, fundarían la ciudad de Roma. Era hijo del príncipe Anquises y de la diosa Afrodita (Venus en la mitología romana
Se trata de una figura importante de las leyendas griegas y romanas. Sus hazañas como caudillo del ejército troyano son relatadas en la Ilíada de Homero, y su viaje desde Troya (guiado por Afrodita) que llevó a la fundación de Roma, fue relatado por Virgilio en la Eneida.
Jasón: fue educado por el centauro Quirón hasta que se convirtió en adulto. Cuando cumplió veinte años, se dirigió a Yolco dispuesto a recuperar el trono que por herencia le pertenecía. Vestía de manera extraña, cubierto con una piel de pantera, con una lanza en cada mano y con el pie izquierdo descalzo. Con esta indumentaria se presentó en la plaza pública de Yolco en el momento en que su tío Pelias se disponía a celebrar un sacrificio. Jasón permaneció con su padre Esón cinco días y al sexto se presentó a Pelias y le reclamó el trono que legítimamente le pertenecía. Pelias decidió alejarlo de su tierra enviándolo a una difícil misión: viajar hasta la Cólquida (al pie del Cáucaso), y traer de allí el vellocino de oro, la piel de un carnero fabuloso
Orfeo: cuando tocaba su lira, los hombres se reunían para oírlo y hacer descansar sus almas. Así enamoró a la bella Eurídice y logró dormir al terrible Cerbero cuando bajó al inframundo a intentar resucitarla.
Atalanta: Atalanta decidió mantenerse virgen para consagrarse a la diosa de la cacería y los montes, Artemisa, a quien emulaba con sus acciones. Por ello, Atalanta vivía en el bosque y llegó a ser una de las cazadoras más renombradas de la antigüedad. Como mujer se enfrentó a muchos peligros. Además de estar consagrada a Artemisa, lo que implicaba que debía mantenerse siempre virgen, un oráculo le predijo que el día en que se casara sería convertida en animal. Por ello, para evitar cualquier pretendiente, anunció que su esposo sería sólo aquél que lograra vencerla en una carrera; por el contrario, si ella triunfaba, debía matar a su oponente. Aun cuando Atalanta concedía ventaja a sus rivales al comienzo de la competición, ella siempre vencía y les daba muerte. Así fue hasta que apareció el hombre que logró derrotarla. Este apuesto joven, llamado Hipómenes, consiguió obtener la mano de Atalanta gracias a un ardid: llevaba con él unas manzanas de oro que le había regalado Afrodita, diosa del amor, y que procedían del jardín de las Hespérides. Cada vez que la joven iba a darle alcance en la carrera, Hipómenes dejaba caer una de las manzanas, que Atalanta se detenía a recoger hechizada por su mágica belleza. Mientras ella se distraía con cada manzana que caía, el joven logró llegar antes a la meta. La pareja, muy enamorada, vivió feliz durante un tiempo, compartiendo cacerías y hazañas. En una de estas ocasiones, los esposos entraron en uno de los santuarios de Cibeles. Cibeles montó en cólera ante el sacrilegio y los transformó en dos leones. Era creencia entre los antiguos griegos que los leones no se cruzaban entre sí, de manera que al convertirlos en estos animales Cibeles no sólo les arrebató su condición de humanos, sino que los condenó a una vida separada. Una vez metamorfoseados, los unció a su propio carro para que tiraran de él, tal y como aparecen representados en la fuente de Cibeles del Paseo del Prado de Madrid.
Filoctetes: era famoso por su arco y flechas, objetos que le habían sido entregados por Heracles. fue uno de los pretendientes de Helena de Troya antes de su matrimonio con Menelao. Aunque partió con los buques griegos para participar en la guerra de Troya, la mordedura de una serpiente impediría que desempeñara esta misión. Cuando Filoctetes se recuperó y acudió a la guerra, su arco mitológico disparó la flecha que acabaría con la vida de Paris.
Medea: es el arquetipo de bruja o hechicera, con ciertos rasgos de chamanismo. Era nieta del titán Helios. Jasón (su esposo) acordó con el rey Creonte abandonar a Medea, a la que el Rey pretendía expulsar de Corinto, para unirse a su hija la princesa Glauca. Medea entonces, arrastrada por los celos, envió a Glauca como regalo de bodas un manto de irresistible belleza. Cuando Glauca lo recibió de manos de la sirvienta de Medea se lo puso de inmediato, liberando la magia contenida en él que la convirtió en una tea llameante. Las llamas la consumieron totalmente a ella y a su padre, Creonte, que se abalanzó sobre ella con intención de salvarla. A continuación, y para hacer el máximo daño a Jasón, Medea mató a los dos hijos que habían tenido en común. Otra versión afirma que Jasón había dejado a Medea por Creúsa, que parece ser la propia Glauca, a la que Medea regaló un vestido que al ponérselo se le pegaría al cuerpo y la mataría.

En la tragedia de Eurípides, es Medea quien envía a sus dos hijos con el manto para Glauca. Medea sabía que matarían a sus hijos si los mandaba con el presente, pero sus deseos de venganza contra Jasón eran mayores que el amor por ellos.

Electra: Electra se hallaba ausente de Micenas cuando su padre regresó de la Guerra de Troya y fue asesinado. Ocho años más tarde, Electra regresó de Atenas con su hermano, Orestes. A Orestes lo salvaron su vieja nodriza o Electra, que lo llevaron a Fanote, tras el Monte Parnasos, donde lo confiaron al rey Estrofo. Cuando cumplió veinte años, el oráculo en Delfos ordenó a Orestes que regresara a su patria y vengara la muerte de su padre.
Se encontró con Electra ante la tumba de Agamenón, donde ambos habían ido a rendir honras fúnebres a los muertos, se reconocieron y pusieron de acuerdo para que Orestes pudiera vengar a su padre. Orestes, después de vengarse enloqueció y fue perseguido por las Erinias, (o Furias)  cuya misión era castigar cualquier trasgresión de los lazos de piedad familiar. Orestes se refugió en el templo en Delfos. Aunque Apolo le hubiera ordenado vengarse, fue incapaz de protegerlo de las consecuencias de sus acciones. Al fin, Atenea lo recibió en la Acrópolis de Atenas y arregló un juicio ante doce jueces áticos.



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