Apolo y Dafne.
Apolo, dios del sol y la música,
fue maldecido por el joven Eros después de que se burlase de éste por jugar con
un arco y flechas.
Eros tomó dos flechas, una de oro
y otra de hierro. La de oro incitaba el amor, la de hierro incitaba el odio.
Con la flecha de hierro disparó a la ninfa Dafne y con la de oro disparó a
Apolo en el corazón. Apolo se inflamó de pasión por Dafne y en cambio ella lo
aborreció. En el pasado Dafne había rechazado a muchos amantes potenciales y a
cambio había demostrado preferencia por la caza y por explorar los bosques. Su
padre, Peneo, le pidió que contrajera matrimonio para que así le diese nietos.
Sin embargo, rogó a su padre que la dejase soltera, como la hermana gemela de
Apolo, Artemisa. A pesar de esto, Peneo le advirtió que era demasiado hermosa
como para mantener por siempre lejos a todos sus pretendientes.
Apolo continuamente la persiguió, rogándole
que se quedara con él, pero la ninfa siguió huyendo hasta que los dioses
intervinieron y ayudaron a que Apolo la alcanzara. En vista de que Apolo la
atraparía, Dafne invocó a su padre.3 De repente, su piel se convirtió en
corteza de árbol, su cabello en hojas y sus brazos en ramas. Dejó de correr ya
que sus pies se enraizaron en la tierra. Apolo abrazó las ramas, pero incluso
estas se redujeron y contrajeron. Como ya no la podía tomar como esposa,
prometió amarla eternamente como su árbol y que sus ramas coronarían las
cabezas de líderes. Apolo empleó sus poderes de eterna juventud e inmortalidad
para que siempre esté verde
Apolo y Dafne en el
arte
Apolo y Dafne, escultura de
Bernini.
Pollaiuolo, pintura
Orfeo y Eurídice.
Orfeo era el esposo de la Ninfa
Eurídice, de la que estaba profundamente enamorado.
Un día que ella estaba paseando por la orilla
de un río, se encontró con el pastor Aristeo. Cautivado por su belleza, Aristeo
se enamoró de ella y la persiguió por el campo.
Eurídice trató de escapar, pero mientras
corría tropezó con una serpiente, que la mordió con su letal veneno. Abatido
por su pérdida, Orfeo decidió viajar a los infiernos (de los que ningún mortal
habría retornado jamás), para lograr que le fuera devuelta su esposa.
A Perséfone (Proserpina), reina del mundo
subterráneo, le conmovió tanto su pena, que accedió a su petición a cambio de
que no mirarse a Eurídice en el camino de vuelta a la luz. Pero a medida que se
acercaba el final de su viaje, Orfeo, no pudo evitar mirar hacia atrás para
comprobar que su amada seguía junto a él.
Al mirar se desvaneció ante su ojos y la perdió para siempre. Orfeo
nunca se recuperó y vivió con ese sufrimiento el resto de sus días.
Pintura: Rubens
Música: Gluck. Ópera
Zeus y Dánae.
En la mitología griega Dánae era
una hija de Acrisio, rey de Argos, y Eurídice, hija de Lacedemón. Fue madre de
Perseo con Zeus. A veces se le acreditaba la fundación de la ciudad de Ardea en
el Lacio. Decepcionado por carecer de herederos varones, Acrisio consultó un
oráculo para saber si esto cambiaría. El oráculo le dijo que fuese al fin de la
Tierra donde sería asesinado por el hijo de su hija. Para que esta no tuviese
hijos, Acrisio la encerró en una torre de bronce o en una cueva. Pero Zeus la
alcanzó como una lluvia dorada y la dejó embarazada. Poco después nació su hijo
Perseo.
Enfadado pero sin querer provocar
la ira de los dioses matando al descendiente de Zeus, Acrisio arrojó a Dánae y
Perseo al mar en un cofre de madera. El mar fue calmado por Poseidón a petición
de Zeus y ambos sobrevivieron. Alcanzaron la costa de la isla de Serifos, donde
fueron recogidos por Dictis, hermano del rey de la isla, Polidectes, quien crió
a Perseo como su hijo.
Más tarde, después de que Perseo
matase a la Medusa que petrificaba con la mirada y rescatase a Andrómeda, la
profecía del oráculo se hizo realidad.
Partió hacia Argos, pero como
conocía la profecía marchó antes a Larisa, donde se celebraban unos juegos
atléticos. Acrisio estaba allí por casualidad, y Perseo le golpeó
accidentalmente con su jabalina o un disco desviado por Apolo, cumpliendo la
profecía.
Arte: tiziano.
El rapto de Europa.
Según la leyenda, Zeus estaba
enamorado de Europa y decidió seducirla. Se transformó en un toro blanco y se
mezcló con las manadas de su padre. Mientras Europa y su séquito recogían
flores cerca de la playa, ella vio al toro y acarició sus costados y, viendo
que era manso, terminó por subir a su lomo. Zeus aprovechó esa oportunidad y
corrió al mar, nadando con ella a su espalda hasta la isla de Creta. Entonces
reveló su auténtica identidad y Europa se convirtió en la primera reina de
Creta.
Zeus le dio tres regalos: Talos,
un autómata de bronce; Laelaps, un perro que nunca soltaba a su presa; y una
jabalina que nunca erraba. Más tarde Zeus recreó la forma del toro blanco en
las estrellas que actualmente se conocen como la constelación Tauro. Algunas
leyendas cuentan que este mismo toro fue con el que se topó Heracles, y que
finalmente engendró al Minotauro.
Arte: Rembrandt, Tiziano, Rubens
Mito de Perséfone.
Perséfone es hija de Zeus y
Deméter (hija de Cronos y Rea, hermana de Zeus, y diosa de la fertilidad y el
trigo). Su tío Hades (hermano de Zeus y dios de los Infiernos), se enamoró de
ella y un día la raptó. La joven se encontraba recogiendo flores en compañía de
sus amigas las ninfas y hermanas de padre, Atenea y Artemisa, y en el momento
en que va a tomar un lirio, (según otras versiones un narciso), la tierra se
abre y por la grieta Hades la toma y se la lleva.
De esta manera, Perséfone se
convirtió en la diosa de los Infiernos. Aparentemente, el rapto se realizó con
la cómplice ayuda de Zeus, pero en la ausencia de Deméter, por lo que ésta inició
unos largos y tristes viajes en busca de su adorada hija, durante los cuales la
tierra se volvió estéril.
Al tiempo, Zeus se arrepintió y
ordenó a Hades que devolviera a Perséfone, pero esto ya no era posible pues la
muchacha había comido un grano de granada, mientras estuvo en el Infierno, no
se sabe si por voluntad propia o tentada por Hades. El problema era que un
bocado de cualquier producto del Tártaro implicaba quedar encadenado a él para
siempre. Para suavizar la situación, Zeus dispuso que Perséfone pasara parte
del año en los confines de la Tierra, junto a Hades, y la otra parte sobre la
tierra con su madre, mientras Deméter prometiera cumplir su función germinadora
y volviera al Olimpo. Perséfone es conocida como Proserpina por los latinos.
La leyenda cuenta que el origen
de la Primavera radica precisamente en este rapto, pues cuando Perséfone es
llevada a los Infiernos, las flores se entristecieron y murieron, pero cuando
regresa, las flores renacen por la alegría que les causa el retorno de la
joven. Como la presencia de Perséfone en la tierra se vuelve cíclica, así el
nacimiento de las flores también lo hace.
Por otra parte, durante el tiempo
en que Perséfone se mantiene alejada de su madre, Deméter y confinada al
Tártaro, o mundo subterráneo, como la esposa de Hades, la tierra se vuelve
estéril y sobreviene la triste estación del Invierno.
Perséfone en el arte
Bernini, Rosetti, NICCOLO DELL'
ABBATE, Rubens
Diana y Acteón.
Artemisa, consagrada a la
castidad, estaba bañándose desnuda en los bosques cuando Acteón la encontró
casualmente. Se detuvo y se quedó mirándola, fascinado por su belleza
enajenante. Como castigo, Artemisa lo transformó en un ciervo por la
profanación de ver su desnudez y sus virginales misterios, y envió a los propios
sabuesos de Acteón, cincuenta, a que lo mataran. Estos lo hicieron pedazos y
devoraron sus carnes, para después buscar a su amo por el bosque, sollozando.
Entonces, encontraron al centauro Quirón, quien, para consolarlos, construyó
una estatua de su difunto dueño. Según cuenta Ovidio en Las metamorfosis (libro
III, 151-252), la diosa estaba acompañada de su séquito de ninfas.
Arte: literatura. Ovidio,
Tiziano, Albani, Giordano …
"El color que suelen tener
las nubes cuando las hiere el sol de frente, o la aurora arrebolada, es el que
tenía Diana al sentirse vista sin ropa. Aunque a su alrededor se apiñaba la
multitud de sus compañeras, todavía se apartó ella a un lado, volvió atrás la
cabeza, y como hubiera querido tener a mano sus flechas, echó mano a lo que
tenía, el agua, regó con ella el rostro del hombre, y derramando sobre sus
cabellos el líquido vengador, pronunció además estas palabras que anunciaban la
inminente catástrofe: Ahora te está permitido contar que me has visto desnuda,
si es que puedes contarlo", Las metamorfosis, Ovidio.
Hércules y la hidra de
Lerna.
En la mitología griega, la Hidra
topeada era un antiguo y despiadado monstruo acuático con forma de serpiente
policéfala (cuyo número de cabezas va desde 3, 5 ó 9 hasta 100 e incluso 10.000
según la fuente) y aliento venenoso a la que Heracles mató en el segundo de sus
doce trabajos. La Hidra poseía la virtud de regenerar dos cabezas por cada una
que perdía o le era amputada, y su guarida era el lago de Lerna en el golfo de
la Argólida (cerca de Nauplia), si bien los arqueólogos han confirmado que este
lugar sagrado es anterior incluso a la ciudad micénica de Argos, pues Lerna fue
el lugar del mito de las Danaides. Bajo sus aguas había una entrada al
Inframundo que la Hidra guardaba.
La Hidra era hija de Tifón y la
Equidna. Fue criada por Hera bajo un plátano cerca de la fuente Amimone en
Lerna. Se decía que era hermana del León de Nemea y que por ello buscaba
venganza por la muerte de éste a manos de Heracles. Por esto se decía que había
sido elegida como trabajo para Heracles, de forma que éste muriese.
Se enfrentó a ella con su espada
y empezó a cortarle las nueve cabezas que tenía. Pero cada vez que se le
cortaba una, otra renacía en el mismo lugar más fuerte que la anterior. Su
sobrino le ayudó quemando el cuello de la cabeza cortada para que no renaciera
otra. Al final, la Hidra murió sin cabezas y Hércules mojó las puntas de sus
flechas con la sangre de la Hidra para que así fueran letales.
Heracles pidió ayuda a su sobrino Yolao. Éste
tuvo la idea (posiblemente inspirada por Atenea) de usar una tela ardiendo para
quemar el muñón del cuello tras cada decapitación, cauterizando la herida y
evitando así que las dos nuevas cabezas brotasen. Heracles cortó todas las
cabezas y Yolao quemó los cuellos abiertos, matando así a la Hidra. Heracles
tomó entonces su única cabeza inmortal y la enterró bajo una gran roca en el
camino sagrado entre Lerna y Eleia, mojando sus flechas en la sangre venenosa
de la Hidra y completando así su segundo trabajo.
Arte: Zurbarán.
Perseo y la Medusa.
Perseo es un semidiós de la
mitología griega, hijo de Zeus y la mortal Dánae.
Polidectes, rey de la isla de
Séfiros, se enamoró de Dánae. Pensando que el joven Perseo podía ser un estorbo
para sus planes, intentó librarse de él mediante una estratagema: hizo creer a
todo el mundo que pretendía conquistar a la princesa Hipodamía y pidió a los
habitantes de la isla que le entregase un regalo cada uno como presente, para
poder ofrecerlo a su vez a la princesa. Perseo dijo que no pondría reparos para
entregar cualquier cosa: incluso si hubiera de ser la cabeza de Medusa, que era
una de las tres Gorgonas y podía convertir en piedra a los hombres sólo con la
mirada. Polidectes aceptó como regalos los caballos de otros habitantes de la
isla, pero no aceptó los de Perseo, y le mandó que le trajese la cabeza de la
Gorgona que le había prometido.
Perseo partió, guiado por los
dioses Atenea y Hermes, en busca de las hijas de Forcis: las Grayas, tres
ancianas que sólo tenían un ojo y un diente para las tres, y se los iban
pasando una a otra. Perseo les arrebató el ojo y el diente, y, a cambio de
devolvérselos, las obligó a confesar dónde vivían las ninfas.
Así, Perseo encontró a las
ninfas, de las que obtendría tres dones: un zurrón mágico, unas sandalias
aladas y el casco de Hades, que volvía invisible a quien lo llevara puesto.
Además, recibió de Hermes la hoz de Zeus, hecha de acero, con la que podría
cortar la cabeza de Medusa. Pertrechado con estos objetos, Perseo llegó a
introducirse en la morada de las Gorgonas, que, como las Grayas, eran hijas de
Forcis. Mientras estaban dormidas las Gorgonas, Perseo se acercó a ellas.
Atenea guio la mano de Perseo, que además usó como espejo el escudo de bronce
que le había prestrado la diosa para ver a Medusa sin mirarla directamente.
Así, Perseo alcanzó a cortar la cabeza de la Gorgona, de la que nacieron el
caballo alado Pegaso y el gigante Crisaor. Perseo salió del palacio de las
Gorgonas. Las hermanas inmortales de Medusa Esteno y Euríale, lo buscaron, pero
sin encontrarlo, ya que el casco de Hades lo volvía invisible.
BELEROFONTE Y LA QUIMERA.
Belerofonte se enfrenta a la
Quimera
La fiera asolaba los fértiles campos y
devoraba el ganado. Antes de emprender esta difícil tarea, Belerofonte consultó
al adivino Poliido, quien le aconsejó capturar al caballo alado Pegaso. Pegaso
era querido por las musas del monte Helicón, ya que con un golpe con su pata
había hecho brotar la fuente de agua Hipocrene de la tierra.
Belerofonte no encontró a Pegaso en el monte
Helicón, sino en la fuente Pirene en la Acrópolis de Corinto. La diosa Atenea
entregó a Belerofonte una brida de oro para domarlo, y que Belerofonte colocó
sobre su cabeza. En otras versiones, Atenea le entregó directamente a Pegaso
después de haberlo domado ella misma o fue Poseidón el que le entregó a Pegaso.
Una vez armado se dirigió a confrontar a la
Quimera. Montó a Pegaso y volando sobre la Quimera, empezó a lanzarle flechas.
Luego, introdujo la punta de su lanza en las fauces de la Quimera, cuyo aliento
de fuego fundió la punta de plomo. Éste se escurrió por la garganta de la
Quimera, quemando los órganos vitales y de esta manera Belerofonte logró
vencerla
TESEO Y EL MINOTAURO.
Teseo (en griego antiguo Θησεύς,
el que funda) fue un mítico heroe ateniense, hijo de Etra y Egeo, aunque según
otra tradición su padre fue Poseidón,1 el dios del mar, quien poseyó a Etra en
el templo de Atenea.
El rey Egeo, que no había tenido
descendencia con su esposa, consultó al oráculo de Delfos, que le respondió:
«No abras tu odre hasta que regreses a Atenas.» Él no comprendió el oráculo
pero Piteo, rey de Trecén y padre de Etra, sí lo entendió. Lo que el oráculo
había querido decir era que si llegaba a Atenas sin haber tenido relación
sexual alguna, la primera mujer con la que yaciera tendría un heredero suyo.
Como Piteo deseaba que su hija diera a luz al heredero del trono ateniense
emborrachó a Egeo, y así consiguió que fecundara a Etra.
Tras la concepción de Teseo, Egeo, por temor a
los Palántidas, sus sobrinos, que querían el trono, decidió que su hijo no
pasara la niñez con él y escondió su espada y sus sandalias bajo una roca que
el niño no debía de poder mover hasta que fuera lo suficientemente fuerte. Así
que la infancia de Teseo transcurrió en compañía de su madre y su abuelo en la
ciudad de Trecén. Cuando cumplió los dieciséis años su madre le reveló el
secreto de su paternidad y llegado a esta edad, Teseo pudo levantar la piedra,
calzarse las sandalias y envainar la espada de su padre e iniciar su viaje a
Atenas para ser reconocido como hijo del rey
Atenas debía enviar un tributo al
rey Minos de Creta, que consistía en el sacrificio de siete doncellas y siete
jóvenes, que serían devorados por el monstruo Minotauro, y que fue una
condición impuesta tras la expedición militar de Minos contra Atenas para
vengar la muerte de Androgeo.
Teseo se presentó voluntariamente
en el tercer envío ante su padre para que le permitiera ser parte de la ofrenda
y lo dejara acompañar a las víctimas para poder enfrentarse al Minotauro.
Las naves en las que iban a viajar las
personas ofrendadas llevaba velas negras como señal de luto, pero el rey pidió
a Teseo que si regresaba vencedor, no olvidase cambiarlas por velas blancas,
para que supiera, aun antes de que llegase a puerto, que estaba vivo. Teseo se
lo prometió.
Durante la travesía, Minos, que iba también en
la expedición, se enamoró de una joven llamada Eribea o Peribea, según las
fuentes. Minos quiso unirse a ella por la fuerza y Teseo se le opuso. En la
consiguiente disputa, Minos indicó a Teseo su filiación divina, y obtuvo de su
padre Zeus truenos y relámpagos. Teseo replicó que él también tenía filiación
divina, puesto que en realidad era hijo de Poseidón. Para probar esta
filiación, Teseo tuvo que tirarse al agua y encontrar un anillo de oro que el
rey Minos había arrojado al mar. Teseo , en el mar, fue conducido por delfines
a presencia de Anfítrite, esposa de Poseidón, que le dio el anillo y una
corona.
Al llegar a Creta, la princesa Ariadna se
enamoró de él y propuso a Teseo ayudarlo a derrotar a su hermano (el Minotauro)
a cambio de que se la llevara con él de vuelta a Atenas y la convirtiera en su
esposa. Teseo aceptó.
La ayuda de Ariadna consistió en dar a Teseo
un ovillo de hilo que éste ató por uno de los extremos a la puerta del
laberinto. Otra versión indica que la ayuda de Ariadna consistió en una corona
que emitía un resplandor y que le había dado Dioniso como regalo de boda o bien
que podría ser la misma corona que le había regalado Anfítrite durante el viaje
a Creta.
Así Teseo entró en el laberinto hasta
encontrarse con el Minotauro, al que dio muerte a puñetazos. A continuación
recogió el hilo y así pudo salir del laberinto e inmediatamente, acompañado por
el resto de atenienses y por Ariadna, embarcó de vuelta a Atenas, tras hundir
los barcos cretenses para impedir una posible persecución.
Dédalo e Ícaro.
En la mitología griega, Dédalo
(en griego Δαίδαλος Daídalos) era un arquitecto y artesano muy hábil, famoso
por haber construido el laberinto de Creta. Dédalo tuvo dos hijos: Ícaro y
Yápige.
Dédalo estaba tan orgulloso de
sus logros que no podía soportar la idea de tener un rival. Su hermana había
dejado a su hijo Perdix a su cargo para que aprendiese las artes mecánicas. El
muchacho era un alumno capaz y dio sorprendentes muestras de ingenio. Caminando
por la playa encontró una espina de pescado. Imitándola, tomó un pedazo de
hierro y lo cortó en el borde, inventando así la sierra. Unió dos trozos de
hierro por un extremo con un remache y afiló los extremos opuestos, haciendo
así un compás. Dédalo tenía tanta envidia de los logros de su sobrino que
cuando un día estaban juntos en lo alto del templo de Atenea en la Acrópolis,
aprovechó la oportunidad y lo empujó. Pero la diosa, que favorece al ingenio,
le vio caer y cambió su destino transformándole en un pájaro bautizado con su
nombre, la perdiz. Este pájaro no hace su nido en los árboles ni vuela alto,
sino que anida en los setos y evita los lugares elevados, consciente de su
caída. Por este crimen Dédalo fue juzgado y desterrado.
Tras matar a Perdix, es expulsado
de Atenas. Llega al reino de Minos obteniendo trabajos de gran importancia
(construcción de Talos, una estatua de bronce como defensa militar).
Dédalo construyó una amplia pista de baile
para Ariadna (Ilíada xviii.591) y más tarde construyó un laberinto en el que
estaba encerrado el Minotauro y del que escapó Teseo gracias al consejo de usar
un hilo que le dio Ariadna.
El laberinto era un edificio con incontables
pasillos y calles sinuosas abriéndose unos a otras, que parecía no tener principio
ni final. Dédalo lo construyó para el rey Minos, pero tras ello perdió el favor
del rey y fue encerrado con su hijo Ícaro en una torre. El rey Minos quería el
laberinto para encerrar en él al Minotauro, el hijo de su esposa Pasífae.
Poseidón había maldecido a Pasífae y Dédalo le construyó una vaca de madera
hueca para que pudiese aparearse con un toro
Dédalo consiguió escapar de su
prisión, su propio laberinto, pero no podía abandonar la isla por mar, ya que
el rey mantenía una estrecha vigilancia sobre todos los veleros y no permitía
que ninguno navegase sin ser cuidadosamente registrado. Dado que Minos
controlaba la tierra y el mar, Dédalo se puso a trabajar para fabricar alas
para él y su joven hijo Ícaro. Enlazó plumas entre sí empezando por las más
pequeñas y añadiendo otras cada vez más largas, para formar así una superficie
mayor. Aseguró las más grandes con hilo y las más pequeñas con cera, y le dio
al conjunto la suave curvatura de las alas de un pájaro.
Cuando al fin terminó el trabajo, Dédalo batió
sus alas y se halló subiendo y suspendido en el aire. Equipó entonces a su hijo
de la misma manera y le enseñó cómo volar. Cuando ambos estuvieron preparados
para volar, Dédalo advirtió a Ícaro que no volase demasiado alto porque el
calor del sol derretiría la cera, ni demasiado bajo porque la espuma del mar
mojaría las alas y no podría volar. Entonces padre e hijo echaron a volar.
Pasaron Samos, Delos y Lebintos, y entonces el
muchacho empezó a ascender como si quisiese llegar al paraíso. El ardiente sol
ablandó la cera que mantenía unidas las plumas y éstas se despegaron. Ícaro
agitó sus brazos, pero no quedaban suficientes plumas para sostenerlo en el
aire y cayó al mar. Su padre lloró y, lamentando amargamente sus artes, llamó a
la tierra cercana al lugar dónde Ícaro había caído Icaria, en memoria de su
hijo. Dédalo llegó sano y salvo a Sicilia bajo el cuidado del rey Cócalo, donde
construyó un templo a Apolo en el que colgó sus alas como ofrenda al dios.
EL JUICIO DE PARIS.
la diosa de la Discordia, molesta
por no haber sido invitada a las bodas de Peleo, a la que habían sido
convidados todos los dioses, urdió un modo de vengarse sembrando la discordia
entre los invitados: se presentó en el sitio donde estaba teniendo lugar el
banquete, y arrojó sobre la mesa una manzana de oro, que habría de ser para la
más hermosa de las damas presentes. Tres diosas (Atenea, Afrodita y Hera) se
disputaron la manzana produciéndose una gran confusión y disputa, que hubo de
intervenir el padre de todos los dioses, Zeus (Júpiter en la mitología romana).
Zeus decidió encomendar la elección a un joven mortal llamado Paris, que era
hijo del rey de Troya. El dios mensajero, Hermes (Mercurio), fue enviado a
buscarlo con el encargo del Juicio que se le pedía; localizó al príncipe-pastor
y le mostró la manzana de la que tendría que hacer entrega a la diosa que
considerara más hermosa. Precisamente por eso lo había elegido Zeus; por haber
vivido alejado y separado del mundo y de las pasiones humanas. Así, se esperaba
de él que su juicio fuera absolutamente imparcial.
Cada una de las diosas pretendió convencer al
improvisado juez, intentando incluso sobornarlo. La diosa Hera, esposa de Zeus,
le ofreció todo el poder que pudiera desear, o, también, el título de Emperador
de Asia; Atenea, diosa de la inteligencia, además de serlo de la guerra, le
ofreció la sabiduría o, según otras versiones, la posibilidad de vencer todas
las batallas a las que se presentase; Afrodita, le ofreció el amor de la más
bella mujer del mundo. Se distinguen varias versiones sobre la desnudez o no de
las diosas: una primera que indica que todas se desnudaron para mostrar así su
belleza al mortal; una segunda que indica que únicamente lo realizó Afrodita
para demostrar así su belleza y por ello ganó; y una última que niega esta
posibilidad del desnudo de las diosas.
Paris se decidió finalmente por Afrodita, y su
decisión hubo de traer graves consecuencias para su pueblo, ya que la hermosa
mujer por la que Afrodita hizo crecer el amor en el pecho de Paris, era Helena,
la esposa del rey de Esparta, Menelao; en ocasión del paso de Paris por las
tierras de este rey, y después de haber estado una noche en su palacio, Paris
raptó a la bella Helena y se la llevó a Troya.
Esto enfureció a Menelao y éste convocó a los
reyes aqueos como Agamenón, su hermano, que fue nombrado comandante en jefe;
Odiseo, que, inspirado por Atenea, fue el que ideó el caballo de madera con el
que la expedición aquea pudo por fin tomar Troya y Aquiles, entre muchos otros,
para ir a recuperar a Helena o, si fuese necesario, pelear por ella en Troya,
hecho que glosa Homero en la Ilíada.